El fin del capitalismo, según Wallerstein
Hay una cadena de ideas inevitables que no son subrayadas por Wallerstein. Por ello los estrategas belgas proponen que seamos mayormente críticos con su "nuevo sistema".
Mientras que la círculos políticos mundiales discuten la manera cómo se debe administrar y solucionar la crisis económica occidental, el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein diagnostica una crisis del sistema. Según él, el problema no es de curar el capitalismo sino más bien de acompañarlo en su muerte al ataúd y de favorecer el surgimiento de aquello que el geopolítico belga Philippe Grasset llama una contra-cultura.
En entrevista con Immanuel Wallerstein —sociólogo y seguidor de la escuela del historiador Fernand Braudel—, quien en esa ocasión ha dictado la sentencia final del capitalismo como sistema: su desintegración es irreversible, pues está a la vista el final de su declive iniciado en la década de los años del siglo pasado y cuya lenta agonía tomará entre veinte y cuarenta años más: El capitalismo moderno alcanzó el fin de la cuerda. No puede sobrevivir como sistema y por ello pasa por la etapa final de una crisis estructural de larga duración. No es una crisis de corto plazo, sino un despliegue estructural de grandes proporciones.
Primero el centro de pensamiento estratégico belga Dedefensa.org y hoy el analista político Alfredo Jalife en su columna bisemanal en el diario mexicano La Jornada y en la Red Voltaire, analizan las ideas de Wallerstein en la línea del pensamiento braudeliano, en cuya escuela el entrevistador se inscribe, relativo a las transiciones entre los poderes hegemónicos, que aborda su asociado recientemente fallecido Giovanni Arrighi en su libro Caos y Gobernación en el Sistema Moderno Mundial (Minnesota Press; 1999). Wallerstein considera que el mundo se encuentra en una fase de transición a otro sistema y la verdadera batalla política que se escenifica versa ya sobre el sistema que sustituirá al capitalismo.
Hace mucho Wallerstein había anticipado correctamente el fin del modelo neoliberal, pero nunca había
atravesado nítidamente el Rubicón al dictar al capitalismo la sentencia irrevocable de su final como sistema.
¿Dónde queda, entonces, el axioma de que el capitalismo, por su carácter proteiforme, es capaz de adaptarse a todas las crisis y circunstancias?, pregunta el maestro Jalife.
A lo largo de muchos años Jalife ha sostenido, contra todos los vientos y las mareas, que no era un resfriado lo que ralentizaba el paso del capitalismo y ni siquiera una crisis coyuntural; se trata de un cambio de paradigma que obliga a reflexionar sobre el inalienable valor transcendental del ser humano por encima de las peores contigencias adversas (guerras, mercados, especulación desenfrenada, financierismo, economicismo, mercantilismo, consumismo, hipermaterialismo, tecnología sin bioética, depredación ambiental, desinformación oligopólica), lo cual ha puesto en evidencia, a la vez, la crisis de la civilización de procedencia judía y griega, cuyos valores espirituales sucumbieron en aras del neoliberalismo. El sitio Dedefensa.org (05.10.11) opina que Wallerstein se ha olvidado de esos valores que son los primeros que deberán restaurarse.
Son los valores que han impregnado la idea de bien en el occidente judeo cristiano, que aparece inmaculada en la teoría de las ideas modélicas de Platón en su Timeo, luego retomadas por Goëthe en su Fausto, por Dostoyevsky en su El jugador y por El mercader de Venecia de Shakespeare.
Wallerstein anhela el reemplazo del capitalismo por un mundo más democrático e igualitario como nunca antes ha existido en la historia mundial, pero que es posible...
http://www.lahaine.org/index.php?p=56894
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