Fukushima, seis meses después la catástrofe continúa
Algunos aspectos escandalosos de la gestión de la catástrofe por parte de las autoridades japonesas que han pasado "inadvertidos" en los medios de comunicación
El pasado 11 de septiembre de 2011 se cumplieron seis meses desde que empezó la catástrofe nuclear de Fukushima.
Más de seis meses que Tepco, el conjunto del lobby nuclear y el gobierno japonés llevan mintiendo y desinformando a los ciudadanos de Japón y del resto del mundo. Ya más de seis meses de lucha contra la opacidad, intentando desenredar los hilos de la verdad con respecto a la situación de los reactores, la contaminación del medio ambiente, los habitantes y los alimentos. En octubre de 2011 seguimos enfrentados a un muro de censura… Las grandes catástrofes nucleares de la historia, de Mayak a Fukushima pasando por Chernóbil, han venido seguidas de… una desinformación absoluta. Y nosotros, los ciudadanos de Japón y de otros lugares somos las primeras víctimas. Debemos acabar con este silencio…
La red «Sortir du nucléaire» desea ofrecer aquí una visión –que no pretende ser exhaustiva- de la situación actual de las poblaciones de la prefectura de Fukushima. Este informe pone de relieve algunos aspectos escandalosos de la gestión de la catástrofe por parte de las autoridades japonesas que han pasado inadvertidos en los medios de comunicación franceses. Mientras que el accidente no ha hecho más que empezar, ¿Japón ha aprendido la lección?
Censura de las autoridades, nuevas medidas alarmantes
Seis meses después del comienzo de la catástrofe, el silencio de las autoridades continúa siendo abrumador y los ejemplos de ocultamiento de la información se multiplican.
Las poblaciones en peligro expuestas sin su conocimiento al riesgo de radiación y de contaminación.
Así, los japoneses conocieron de forma brutal que los expertos detectaron indicios de una fusión de los núcleos –como la presencia de telurio- al día siguiente del maremoto. Los hechos no se revelaron hasta tres meses después, la población no recibió información en tiempo real de los grandes riesgos a los que se enfrentaba. Las autoridades japonesas tampoco comunicaron las primeras mediciones de radiactividad, lo que les permitió observar la evolución y dispersión de la nube radiactiva. Así los primeros habitantes evacuados que se refugiaron en la pequeña ciudad de Namié en realidad se encontraban en uno de los lugares donde los niveles de radiación eran de los más altos.
Zonas de población seis veces más contaminadas que Chernóbil todavía están habitadas
En agosto el profesor Christopher Busby, un científico británico especialista en radioprotección que hizo mediciones en Tokio, encontró en algunos lugares concentraciones de nucleidos radiactivos tan elevadas como las observadas en la zona de exclusión de Chernóbil (1).
Los propios japoneses dan testimonio de que muchos lugares no evacuados de la prefectura de Fukushima muestran una concentración de nucleidos radiactivos más elevada que la zona prohibida de Chernóbil. Dos semanas después de que empezase la catástrofe, tras el descubrimiento de concentraciones de cesio 137 en la localidad de Iitate (a 40 kilómetros de la central), el profesor Hiroaki Koide, de la Universidad de Kioto, recordó que en 1986 se evacuaron rápidamente todos los lugares donde la contaminación sobrepasaba 550.000 Bq/m2. En Iitate, esas concentraciones llegaban hasta 3.260.000 Bq/m2 por el cesio 137.
Los trabajadores sacrificados
También es sorprendente la ausencia de información respecto a la situación y el destino de los trabajadores de la seguridad de la central de Fukushima Daiichi. El 30 de agosto supimos que había muerto un obrero de la central debido a una leucemia aguda (2). Según Tepco la muerte de ese trabajador no tendría nada que ver con su actividad en la central. Sin embargo el testimonio del periodista japonés Kazuma Obara, que efectuó una visita «de incógnito» al sitio, deja pocas posibles interpretaciones: «El 1 de agosto Tepco anunció que se había detectado una radiación de 10.000 milisieverts por hora entre los reactores 1 y 2, no lejos del tablón de anuncios donde los ideogramas pintados de rojo proclamaban: «Con el mismo espíritu, nunca abandonaremos Fukushima». Si un obrero se detuviese un minuto y medio en este lugar sobrepasaría la dosis límite anual de 250 milisieverts. Entonces los obreros no estaban informados. Nadie se lo había explicado nunca, tampoco después de ese anuncio» (3). Por otra parte, después de seis meses, tampoco se ha filtrado ninguna noticia sobre la suerte de los demás obreros contaminados desde el inicio del accidente.
Una máquina gubernamental de censura
Censura en la prensa (4), difusión de falsos sitios de información… El gobierno japonés ha recurrido a toda una variedad de medios para asfixiar la protesta. Incluso se ha obstaculizado la llegada de material de radioprotección: en mayo miles de computadoras Geiger enviadas por países extranjeros permanecían bloqueadas en el aeropuerto de Narita en vez de distribuirlas, lo que dio lugar a
una controversia en la Cámara de Representantes de Japón...
http://www.lahaine.org/index.php?p=56648
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