Niños indígenas mueren de hambre en Puerto Gaitán
Un escalofriante drama viven los niños indígenas de Puerto Gaitán, Meta. A pesar de ser el municipio que recibe más regalías por petróleo en el país, en el primer semestre de este año murieron de inanición 13 infantes.
"Nos los traen cuando ya prácticamente no hay mucho que hacer", dice un médico. "Vienen con el 'signo de bandera', que es el pelo parado y que se quiebra y cae fácilmente; la piel es áspera y de escamadura, llegan pesando cinco u ocho kilos, ya ni sostienen la cabeza", agrega otro funcionario de la misión médica. El caso más reciente ocurrió el 11 de septiembre. Era un bebé de once meses que al poco tiempo de llegar falleció con un diagnóstico inadmisible en pleno siglo XXI: anemia severa. No tenía ni una gota de sangre en los órganos y estaba totalmente pálido.
El hospital de Puerto Gaitán es de nivel básico, por lo que la mayoría de los niños deben ser remitidos de urgencia a Villavicencio, un viaje de tres horas en el que varios han fallecido. Así le ocurrió en julio pasado a un bebé de un año que provenía del resguardo Wacoyo -a una hora de la cabecera de Puerto Gaitán- quien presentaba enfermedad diarreica aguda, neumonía y deshidratación.
Varias circunstancias configuran este tétrico panorama de mortalidad infantil evitable. La mayoría de los niños son indígenas de la etnia sikuani que provienen de alguno de los nueve resguardos dispersos por los 17.000 kilómetros cuadrados del municipio (80 por ciento rural). Los pequeños generalmente llegan al hospital en brazos de sus padres, que caminan bajo el sol encendido por trochas de tierra roja por donde también culebrean día y noche tractomulas cargadas de crudo. Pero buscan auxilio casi siempre a última hora, tras mucho tiempo de penurias y solo después de que intentan sanarlos con sus medicinas ancestrales.
Santiago Ramírez, presidente de una comunidad indígena de 90 familias sikuanis que malviven asentadas en la cabecera urbana de Puerto Gaitán, explica que en el pasado su etnia era nómada y que con la llegada de las empresas petroleras y agroindustriales perdieron la libertad y el medio ambiente se contaminó. Ahora son sedentarios y no tienen terrenos aptos para cultivar. "Los niños son los más fregados porque no hay comida. En todos los resguardos hay hambre", dice Ramírez. Algo semejante explica la mesa indígena, integrada por los líderes de los resguardos y que es la voz de los cerca de once mil nativos de este municipio, es decir, casi la mitad de la población...
...Algo, sin duda, no está funcionando bien en este municipio al que la producción petrolera le ha dejado regalías por 65.000 millones de pesos en lo que va del año. Y en 2010 recibió en total 96.000 millones por ese concepto. La dramática muerte de estos niños es apenas una de las expresiones. El municipio solo cuenta con 27 policías, tiene agua dos horas al día, a cada rato se va la luz y el 44 por ciento de su población vive en la miseria. Sin embargo, los visitantes se encuentran al llegar con un gigantesco arco de concreto que costó 2.500 millones de pesos o tienen la posibilidad de asistir a un festival de verano en el que se gastan 1.200 millones de pesos con Willie Colón y Daddy Yankee a bordo...
http://www.semana.com/nacion/fisica-hambre/164662-3.aspx
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