domingo, 24 de julio de 2011

COLOMBIA

El reformismo institucional como complemento del terrorismo de estado en Colombia 


El reformismo institucional es una lógica del poder bicentenario que se complementa perfectamente en cada ciclo histórico con el terrorismo de estado. El reformismo institucional se utiliza ante situaciones de desborde político -por aumento de la movilización popular- o ante situaciones de grietas en las fracciones de poder.


El nuevo gobierno de Juan Manuel Santos, sin lugar a dudas inaugura un nuevo ciclo de reformismo institucional, ciclo obligado ante el desborde y resquebrajamiento institucional que generó el período de gobierno de la fracción de poder liderada por alvaro uribe y los factores de poder que representaba, como son los sectores mafiosos, financieros, transnacionales, terratenientes y mineros, su tarea es la reinstitucionalización del poder.

El nuevo ciclo de reformismo asume una postura cosmética, rápidamente toma la tesis de Gustavo Petro de cerco democrático a la insurgencia y propone la ley de tierras y víctimas, ley que si bien significa progresividad en la postura del estado sobre estos temas, no representa un cambio sustantivo, pues las relaciones fundamentales que causaron el despojo y la crisis humanitaria siguen intactas y avanzando.

Por ninguna parte se problematiza o crean estrategias en la ley para transformar la actual estructura de tenencia de la tierra ligada al nuevo patrón agroindustrial de los agrocombustibles, tampoco se problematiza el modelo minero expoliador, sanguinario y depredador, en ninguna parte aparece una política de democratización y depuración de las Fuerzas Armadas, quienes en versión de la corporación Nuevo Arcoíris[2]    son los factores estructurantes y garantes de la ilegalidad en las regiones y el campo a partir de su alianza no santa con los factores mafiosos, paramilitares, terratenientes y transnacionales.

Como ejemplo de esta situación está la realidad de los llanos orientales, donde el avance del ejército y el repliegue de la insurgencia, significó la expansión y posicionamiento del Ejercito Anticomunista de Cuchillo y toda la política de saqueo de tierras para la expansión agroindustrial.

Sin embargo el presidente Santos grita eufórico desde el congreso que las grandes reformas no se hacen en el monte, al respecto dijo “"Si algo quedó demostrado  en la pasada legislatura es que las grandes reformas, las verdaderas reformas, no se hacen en el monte, secuestrando, volando torres, atacando pueblos, sembrando minas, reclutando niños y asesinando inocentes",   "Las grandes reformas, las reformas que sirven a la gente, las estamos haciendo nosotros, los demócratas, desde la orilla de la ley".

Su auto reivindicación como demócrata podría caerse por su propio peso si recordamos su complicidad en el caso de los 4.000 jóvenes asesinados fuera de combate y presentados como guerrilleros, o su cara eufórica y llena de felicidad enfermiza cuando    exhibía    en un balde la mano del comandante de las FARC Iván Ríos, o cuando gritó plácido que estaba orgulloso que Colombia fuera el Israel de América.

Pero podríamos estar de acuerdo con Santos en una cosa, y es que las grandes reformas no se hacen desde el monte, pero es preciso recordarle que quien formuló la pionera y    más gigantesca agenda de reformas y transformaciones democráticas para el país fue la UP, movimiento que pagó con sangre su credulidad en la supuesta apertura democrática, todos trucos de otro ciclo de reformismo institucional liderado por Belisario Betancur.

No podemos estar de acuerdo con Santos cuando habla de que está realizando grandes reformas que sirven a la gente...

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