lunes, 15 de agosto de 2011

COLOMBIA


¿Otro falso positivo?

En la primera semana de noviembre de 2010, después de una infructuosa búsqueda de tres años y ocho meses, la periodista Margarita Arteaga fue informada por sus padres que un abogado había llamado de Yopal (Casanare) para que alguien de la familia reconociera unas fotografías incluidas en un expediente a cargo de la justicia penal militar. El 17 del mismo mes, en compañía de su madre, viajó a la región y en un batallón del Ejército recibió la triste noticia: su hermano Kemel Mauricio estaba reportado como N.N. dado de baja en combate.
Durante varios años, primero en el periódico El Espectador y después como corresponsal de El Tiempo en el Eje Cafetero, entre múltiples temas Margarita Arteaga se interesó por los asuntos judiciales y cubrió las novedades de orden público durante los últimos años del gobierno Samper. Años después, en calidad de consultora de las Naciones Unidas en el área de comunicaciones, se vinculó al programa Bogotá Sin Hambre, durante la alcaldía de Luis Eduardo Garzón en Bogotá. Pero frenó su carrera por la desaparición de su hermano.
Su hermano mayor, Kemel Mauricio Arteaga, siempre fue un hombre sin ataduras. Después de validar su bachillerato en 1998 en Manizales, informó a sus padres que había decidido volverse artesano para recorrer el país, apenas ataviado con una mochila y unas herramientas para fabricar manillas, collares, aretes o pulseras. Como un hippie de los años 60, también vendiendo poemas y ostentando un discurso contra el poder de las armas, empezó a viajar por Colombia, de feria en feria, improvisando además un libreto como locuaz cuentero.
A pesar de su carácter desprendido, nunca se dejaba de reportar con su familia y sacaba tiempo para hacer cursos de manualidades y artes. En la última época se interesó por el manejo de la guadua y realizó talleres de aprendizaje de este oficio en el Sena del Quindío. En 2004 nació su único hijo, hoy bajo la custodia de sus padres. Esta fue su cotidianidad hasta marzo de 2007, cuando optó por viajar a Yopal (Casanare), donde le habían prometido un buen mercado para sus artesanías, pero sólo encontró la muerte en un extraño caso sin investigación.
El último día que llamó a su familia fue el 25 de marzo de 2007 y confirmó que seguía en Yopal con su compañera y su amigo Andrés Fabián Garzón, a quien había llevado a su casa de Manizales para celebrar el año nuevo de 2003. Después empezó a pasar el tiempo y, ante el prolongado silencio, el corazón de su madre puso a todos a sospechar que algo extraño había sucedido. Entonces comenzó la búsqueda. Y la primera sorpresa fue saber que una tía del amigo Andrés ya había denunciado la desaparición de él y de Kemel Mauricio.
La mujer había acudido a la Fiscalía de Yopal para denunciar que ambos estaban desaparecidos desde la madrugada del miércoles 28 de marzo, pero que un tío de ella había visto cómo los sacaban de un establecimiento público y los subían a una camioneta blanca. Además, agregó en su denuncia que tres días antes de su desaparición, Andrés Fabián había llegado a su casa para contarle que por segunda vez lo había retenido la Policía sin justificación, y que el agente que lo hizo le había advertido que no se volviera a dejar encontrar...

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